Tras rezar el tradicional Angelus del mediodía desde su estudio en el Palacio Apostólico a una multitud presente en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco condenó otra vez “esta guerra inhumana y sacrílega” contra “el martirizado pueblo ucraniano”, pero la salvedad es que no nombró a Rusia y ni al presidente Vladimir Putin como agresores, como le reclaman.